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La gaviota

La gaviota es como un pedazo de ola, un jirón de espuma, una exhalación de mar. Siempre va de desplome y resurrección por la extensas playas de Chile, a la par de la ola. Rápida para refrenar el vuelo sube y baja a voluntad de las mareas. Las largas costas de nuestra patria son como un enlazamiento ininterrumpido de alas de gaviotas. Pañuelos blancos salpicados de nieve y espuma, desde Arica a Magallanes está tendido este largo cordón alado y flotante. Aves como entre marinas y terrestres, parecen ser la transición entre el océano  la tierra firme. A los viajeros que vienen llegando desde el fondo del ancho mar ellas les dan el primer saludo de tierra adentro. Para quienes vienen bajando de la montaña, ellas son el primer abrazo del mar. Juvencio Valle

Oliverio junta preguntas

Oliverio coleccionaba preguntas como quien junta figuritas. Pero con tres diferencias: 1. que no podía comprarlas en los quioscos; 2. que nadie se las cambiaba; 3. y que el álbum no se llenaba jamás. Sabía que no podía comprarlas en los quioscos porque cada vez que lo intentaba, la quiosquera lo miraba con cara rara, le regalaba un caramelo y le decía "Vaya, m'hijito, nomás". Había comprobado que nadie se las cambiaría porque cada vez que mostraba una pregunta, le devolvían una respuesta. Y el álbum no se llenaba jamás porque el lugar donde escribía las preguntas no era aun álbum sino un cuaderno de tapas duras. Pero volvamos al principio. Oliverio coleccionaba preguntas como quien junta figuritas. Preguntas de toda clase. Grandes y chicas como: ¿Te gustaría saber por dónde queda el río por el cual el último barco fenicio pasó antes de que la civilización romana llegara a su fin? O bien: ¿Cómo te va? Fáciles y difíciles como: ¿De qué color era el caballo ...

Li M'in, una niña de chimel (fragmento)

Ahora les diré un secreto: yo no me llamo Rigoberta. Sé que algunos se podrán reír, porque he comenzado diciendo: "Me llamo Rigoberta". En realidad, me llamo Rigoberta y no me llamo Rigoberta. Para aclarar este misterio, comenzaremos por el principio. Cuando yo nací, mis padres me pusieron el nombre de mi abuela. Yo fui la sexta hija, y mis padres me llamaron "Laj M'in", como mi abuela. Mi nombre va cambiando conmigo: Laj  M'in cuando era pequeñita; Li  M'in cuando todavía no alcanzo la madurez completa, o cuando todavía no llego a alguna sabiduría. Y cuando sea niña más respetada y tenga alguna sabiduría de la vida me llamarán Chuch  M'in. M'in es un nombre bonito. No está bien que yo lo diga, pero me gusta. " M'in" es una forma de decir "Domingo", es un día tranquilo y despejado, el día de la semana en que hay fiesta. Llamarse así significa lo mejor de la vida: el sol, no tener la obligación de trabajar, el cielo azu...

Vicuña y Gabriela Mistral

De repente al pueblo de Vicuña, un poco triste y medio dormido, alguien lo hizo vivir un sueño que fue verdadero. Nadie lo miraba. Tampoco casi nunca, por gusto, lo visitaban. Tal vez por eso se había escondido desde siempre en el Norte Chico de Chile, con el Elqui, su único río, su valle, sus chirimoyas, su pisco, sus almendras anchas. Porque el Norte Chico, donde vive Vicuña, no se decide a ser árido y seco como el desierto grande; su vecino de más al norte tampoco es fértil como los valles de la extensa agricultura que comienza en su deslinde más al sur. No es que las cosas hubieran cambiado en el pueblo de Vicuña. Porque allí estaban como siempre las casas todas iguales puestas en fila. La plaza mayor atada a su iglesia con santos, velas y flores. Las calles polvorientas por los coches con caballos que de vez en cuando por allí pasaban. Muy poca gente vivía en Vicuña y nunca acontecía nada o casi nada. Pero un día de abril del año 1889 nació allí una niña, Lucila Godoy, co...

Estrellita marinera (fragmento)

Una misma mañana de domingo murieron don Pepe y don Paco. Don Pepe dejó como única heredera de todos sus benes a su nieta María. Don Paco a su nieto Facundo. María y Facundo recibieron su herencia el mismo día y a la misma hora. Lo diferente entre ambos era que María por primera vez tenía algo propio y Facundo no. Esto se debía a que a Facundo, su abuelo lo había hecho sentir el dueño de las piedras, las plantas, las estrellas y los metales. De niño, estos elementos fueron sus únicos juguetes. Jugó y jugó y jugó con ellos hasta que le confiaron al oído sus secretos. Uno por uno le susurraron al oído los poderes mágicos que poseía. Esta abundancia de conocimientos era la que le permitía a Facundo sentirse un hombre rico a pesar de no haber tenido nunca un peso en la bolsa. María, por el contrario, siempre se había sentido pobre. Había nacido en una ciudad perdida de la gran capital, muy lejos del cariño de don Pepe, su abuelo. Su madre, aunque le había dado todo su amor, no pudo pas...

Lección de gramática

Yo estoy, tú estás y ella está y él también; y todos los que estaban, estuvieron y están muy bien. Estamos, estaremos nosotros; ella y él estarán lado a lado y yo, que estuve, estaré. Y si acaso estuviera alguien que no haya estado aquella vez, ¡bienvenido!, que estar es lo importante -y que todos estén. David Chericián.

Favores

No me dejes morir -le pedí yo, apenas rozándole la mano, y ella entonces me salvó. Tiempo después, ella me pidió, apretándome la mano, que la matara. Y yo, que soy agradecido, accedí. Horacio de Azebedo.